Cuando arrancamos cualquier proyecto de redes sociales con un cliente, siempre le decimos lo mismo: -esto no es de hoy para mañana ni es una solución mágica por sí misma-. Pero cuando viene un cliente con redes ya en marcha, también le preguntamos:
-¿te seguirías tú a ti mism@? Si fueras alguien que entra en tus redes, ¿las seguirías? ¿te aportarían algo?-. Preguntas que muchas veces no tienen una respuesta que guste y que la mayoría nunca se hace.
El primer error en redes sociales es creer que cualquiera puede gestionarlas. ¿Cualquiera puede hacer tu trabajo?. Pues esto es lo mismo.
Tus redes no pueden parecer una teletienda. Hay que saber qué valores y qué objetivos se quieren alcanzar para que las publicaciones los muestren. Planificación.
Tampoco se puede hablar de uno permanentemente, en plan alabanzas sin fin, dónde estamos, por qué somos mejores que nadie, etc. La gente te seguirá por quién eres o qué aportas.
Vídeos y stories son muy importantes, pero tienen que estar planificados. A muchos de nuestros clientes les ha tocado cambiar el chip y pasar del "me da vergüenza". De hecho, después ven que el esfuerzo merece mucho, mucho la pena.
Viva el postureo con sentido común, es decir, postureo útil. Pregunta a tus seguidores qué les gustaría ver en tus redes de tu empresa.
Las publicaciones rutinarias no aportan nada. Nosotros no dejamos de dar ideas a nuestros clientes sobre qué hacer o qué contenidos ofrecer en base a los estudios que hacemos entre sus seguidores. Analiza y planifica.
Las redes sociales de empresa no son álbumes familiares o diarios personales. Tienen que ser útiles para tus clientes. Útiles. Son la ventana que te permite demostrar tu profesionalidad. Y ahora, sé sincer@: ¿te seguirías a ti mism@?
La buena noticia es que aún no te conoce todo el mundo. ¿Hablamos?
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